AMOR Y PREJUICIO EN TIEMPOS DE CORONA

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Mi nombre es Yaniv Shanti y soy el director de El Despertador – Escuela de Felicidad.

Junto con el Despertador comparto un sueño y es inspirar a otras personas a apropiarse de su felicidad.

La intención de mi trabajo es ayudar a que la gente recobre, recupere y se apodere de su felicidad.

¿Como así?
Todos nacemos con una esencia plena, una esencia completa, en la que no nos falta nada, como niñ@s venimos totalmente libres de prejuicios y carencias. Gracias a la educación, la herencia, la sociedad, la religión, la cultura y demás fuentes de “formación” aprendemos a pensar que nos hace falta un montón de cosas para realmente “estar bien”.

Formamos un sistema de creencias que nos dice que necesitamos tener, hacer y lograr muchas cosas para poder estar completos y además… que necesitamos aceptación, reconocimiento y estatus. Y así con todo este montón de ideas, opiniones, posturas y creencias recogidas y adoptadas a lo largo de la vida, vamos cediendo nuestro poder y nuestra felicidad.

Nuestra misión es recordar que venimos a este mundo complet@s y no nos falta adquirir ni obtener nada más para ser felices. Lo único que necesitamos es recordar nuestra propia esencia, para vivirla, disfrutarla y compartirla de forma auténtica

Por eso el llamado es a observar y cuestionar siempre nuestras creencias. Ese paradigma de incompletud, tiene todo el potencial de enredarnos y hacernos sentir carentes. Ponernos en un carrera a ver quien es más completo, más merecedor, más digno y generar todo tipo de aversiones hacia gente con la que aprendemos a sentirnos inferiores o hasta superiores.

Pongamos ojo a las creencias.
Si son de esas que se dedican a señalar lo malo en el otro, mejor salir corriendo. Si yo no puedo aceptar a alguien como es, hay algo en mi que no me lo permite y eso es lo que yo debo observar y trabajar. El camino consciente trata de resolver en mi, mi falta de aceptación y no en el otro.

Esto me trae a un serio tema, el racismo. Estamos pasando por épocas muy movidas y controversiales. En Estados Unidos recientemente estalló la olla de presión, toda una historia de sufrimiento por racismo, llegó a su punto de ebullición. La molestia y la necesidad de un cambio, no aguantan más.

¿Por qué siquiera es que existe el racismo?
¿Cómo alguien puede sentir o incluso pensar que es superior a otra?
¿Cómo alguien con solo ver a otra persona por fuera puede llegar a considerarla inferior?
Yo solo sé que ningún niño ni niña viene a este mundo con prejuicios, todo es aprendido y adquirido.

Para poder hablar del racismo, tenemos que hablar de los sistemas de creencias que lo incitan y nos lo mete en la cabeza. Si seguimos ideas que señalan lo negativo en los demás, poniendo a unos por encima de otros, pues obvio creceremos señalando y condenando a todos los que encajen en la etiqueta, que un sistema de creencias nombra como negativo e inferior.

Las estructuras de pensamiento, en las que siempre se está intentando ser mejores, más grandes, más fuertes, más completos, más todo… pueden generar todo tipo de aversiones.

Por ejemplo el ver a alguien arriba nuestro puede generar molestia, envidia, hacernos sentir menos, etc. Sin embargo, cuando se trata de ver a alguien para abajo a muchos les puede provocar la necesidad de señalar hacia abajo, para crear la sensación/ilusión de sentirse arriba.

Es por esto a tanta gente le encanta hablar mal de los demás, es como una droguita que te sube y por un corto tiempo te hace sentir bien con vos mism@… No por mérito propio, sino por contraposición.

Alimento barato para el ego

“La forma más barata para sentirse bien consigo mismo, es bajando a los demás”

Si ustedes agarran a todos los bullies de la historia, les aseguro que en cada uno de ellos hay una carencia de validación que los empuja a hacer sentir a otros pequeños para ellos poder sentirse grandes.

Son actitudes y programas super inconscientes pero son un resultado esperable, según el tipo de crianza y “formación” que cada quien recibió.

Nada justifica la discriminación, sea por raza, religión, nivel socioeconómico, intelectual o profesional, etc. Todos en esencia tenemos la misma valía, nada más hemos tenido distintas posibilidades y probabilidades.

Si queremos sentirnos bien con nosotros mismos en la vida, que sea por brillo propio.
Esto significa identificar lo bueno en mi, despertarlo, nutrirlo… ¡Dejarlo brillar! Llevar ese brillo puesto a donde se vaya y a lo que se haga.

Grandes tradiciones espirituales, hablan de completud, del entendimiento de que todos estamos completos y solo nos falta darnos cuenta que dentro nuestro hay una esencia, una luz que no necesitamos más que re-conocer.

Volver a conocer lo que está en nuestro interior, lo que es nuestro por nacimiento. Remover lo que cubre nuestra esencia, y re-descubrir nuestro brillo.

No hay nada que adquirir, ni hay nada que alcanzar, solo recordar… ¡Que la felicidad no se busca afuera, se despierta adentro!

Tiempo de hacer las paces y aceptarnos como somos: COMPLETITIC@S!

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